Sale
con sal
(Microobra
en un acto) de Alejandro Sapognicoff
Personajes
MATILDE
YANINA
HÉCTOR
(una voz)
Matilde entra aceleradamente en el
living, perseguida por Yanina.
YANINA: ¡Dale, ma! Ya tengo quince,
¡no puedo seguir yendo a la matiné! ¡Es un requemo!
MATILDE: (Se detiene, harta). ¡Basta, Yanina! ¡Ya dije la
última palabra!
YANINA: (Desafiante). ¿Sabés lo que sos? ¡Sos una
cuida!
MATILDE: ¿Yo, cuida?
YANINA: ¡Obvio! ¡Preguntale a papá y
vas a ver que me va a dejar ir!
MATILDE: ¿Ah, sí? No me digas…
YANINA: Porque él me entiende…
MATILDE: Él te entiende y yo soy la
bruja, la mala, ¿no? Está bien. Preguntémosle a tu papito, a ver si es tan
moderno... ¡Dale! ¡Traé la sal!
YANINA: ¿Fina o parrillera?
MATILDE: (Piensa un instante). Fina...
(YANINA va hasta un estante donde
hay tres frascos señalados con carteles: "F", "P" y "G".
Toma el que dice "F" y se lo alcanza a MATILDE que hace un gran
círculo de sal en el piso. YANINA trae dos sillas y las ubica dentro del
círculo, en forma contigua, enfrentando al público. Enciende una vela y la
sostiene en la mano).
YANINA: (Grita). ¡Pa!
(YANINA y MATILDE esperan un
instante. YANINA se incomoda).
YANINA: Debe de haber salido...
MATILDE: ¡Qué va a salir! ¡Se está
haciendo el sordo! (Grita). ¡Héctor! ¡Héctor! ¡Contestá, querés!
(YANINA y MATILDE esperan. Nadie
contesta)
MATILDE: (Terminante) Yanina, ¡alcanzame la
parrillera!
(YANINA le alcanza el frasco marcado
con la “P”. MATILDE espolvorea sal dentro del círculo. Se vuelven a sentar).
MATILDE: (En voz alta, amenazante). ¡Héctor!
(Nadie contesta).
MATILDE: (Harta, ladra). Yanina, ¡traé la sal gruesa!
YANINA: (Duda). ¡No, ma! ¡Después dice que
le arde todo! (Hacia la nada). ¡Pa! ¡Contestá, que mami quiere usar la
sal gruesa!
HÉCTOR: (En off. Voz cavernosa). ¿Qué querés Matilde?
MATILDE: ¿Qué qué quiero? ¡Quiero que
me contestes cuando te llamo, para empezar!
HÉCTOR: (Siempre en off). Me estaba bañando…
MATILDE: ¡Claro! ¡Cuando lo llamo, el
señor siempre está haciendo alguna cosa! ¿Me querés decir qué necesidad de
bañarte tenés a esta hora?
HÉCTOR: (Siempre en off). ¡Ni muerto puedo dejar de
darte explicaciones!
MATILDE: Con tal de no hablar conmigo
cualquier excusa es buena, ¿no?...
HÉCTOR: ¡Cortala, Matilde!
MATILDE: Para vos es fácil decir: “¡Cortala,
Matilde!”, si total después te vas y hacés vaya una a saber qué, con vaya a
saber quién…
HÉCTOR: (Off). Muy lejos no me puedo ir, si
me estás invocando a cada rato… Hay cosas que nunca te quedaron claras… porque
el cura dijo: “hasta que la muerte los separe”, ¿entendés?
MATILDE: ¡Como siempre… evadiendo las
responsabilidades!
HÉCTOR: Yo no quiero evadir nada…
¡Sólo quiero que me dejes descansar en paz!
MATILDE: (A YANINA). ¡Descansar! ¿Lo escuchaste
al comprensivo de tu papito...? Andá conociéndolo… La fiaca, lo único que le
interesaba en esta vida… y lo único que le interesa en la otra… (A HÉCTOR,
furiosa). Esa pensión de… que… me dejaste, no alcanza para nada… Y tengo
que mantener a ésta y las pilchas que quiere a cada rato, y tengo que ir todas las semanas a
cambiarte las flores… ¿Sabés a cuánto está el ramo de calas?
HÉCTOR: Si tanto te
molesta ir al cementerio, no vayas y punto…
MATILDE: Claro, para
que después, cuando esté con vos allá, todo el mundo me mire como diciendo:
“¡Ahí va la que le dejaba que la tumba se quedara hecha un chiquero!”. Ni
muerta te voy a dar ese gusto, ¿entendés? ¡Ni muerta!
HÉCTOR: Entonces no
te quejes...
MATILDE: ¿Sabés lo que
me gustaría? Que aunque sea por una vez te calles un poquito la boca, me
escuches y no te quieras quedar con la última palabra...
HÉCTOR: Vos me
invocaste, Matilde...
MATILDE: ¿Ves? En eso
tenés razón… ¡La culpa es mía! ¡Me equivoqué! Lo que tengo que entender de una
vez por todas es que con vos nunca se pudo, ni se puede, ni se podrá razonar...
¡Hasta luego, Héctor!
(MATILDE sopla la vela con furia. Con
el pie “borra” parte del círculo de sal).
YANINA: ¡¿Por qué le
cortaste, ma?!
MATILDE: ¿Qué sos,
sorda? ¿No viste cómo me trató?
YANINA: Pero al
final... ¿puedo ir a bailar a la noche?
MATILDE: ¡Por supuesto
que no!
YANINA: ¡Por favor,
ma!
MATILDE: ¡No es NO! Y
te quedás en casa todo el fin de semana, ¿entendiste?
(MATILDE se va hecha una furia,
murmurando entre dientes. YANINA se queda con bronca. Toma el frasco de sal
parrillera. Se detiene, piensa un instante y va en busca de sal gruesa. Rearma
el círculo. Se sienta. Enciende la vela).
YANINA: (Grito
histérico) ¡Papáááá!
Telón
No hay comentarios:
Publicar un comentario